Siempre lo digo, si de verdad ahí arriba hay alguien, algún día tendrá que vérselas conmigo, por tantas cosas que sigo sin comprender.
Cada vez que miro al cielo, me acuerdo de muchas cosas. De todo lo que acabó para siempre, de la sin razón, del por qué, del adiós. Parece que están ahí arriba, en esa inmensidad, en ese silencio, en esos colores, unas veces claros, y otras, más oscuros; en esa nada. Y no parece que pase el tiempo, ni la memoria.
Las nubes que van y vienen me recuerdan a ellos, y las que se acumulan, al desastre. Hasta que, llega el día en que, sin apenas pensarlo vuelves a mirar arriba y sabes que siguen ahí. Ves las nubes, ves como vienen y van; y el cielo sigue cambiando de color, y te acuerdas de todos ellos, pero de otra manera. Y es así como se hace notar la progresiva degradación de la dioptria, porque tu ya todo lo ves diferente, como con más luz.