“La buena memoria es una gran ventaja cuando no sirve para inspirar malos sueños, pero 2013 se ha convertido en el año de las pesadillas”. Esto escribía Almudena Grandes en uno de sus artículos. Como veis, no recuerdo el artículo pero si la frase. Me gustó. O bueno, quizás me impactó. Sí, lo segundo.
Muchos coincidirán conmigo en que este no ha sido un año especialmente bueno. Lo cierto es que es difícil permanecer en el centro de la balanza. No nos lo están poniendo fácil, y esa balanza se cansa de pesar de más y de echar de menos. El equilibrio es imposible, como decía aquella canción de Los Piratas. Difícil, pero no imposible. El cielo se cansa de llover, pero qué haríamos de no ser por la lluvia. Verde es la flor antes de tornarse color. Todo pasa, todo llega.
A estas alturas del calendario uno acaba haciendo balance. Sin querer. De lo bueno y de lo malo, de este instante, del recuerdo y de lo que está por llegar.
Si hay algo que no me gusta de la Navidad, es, como dice mi tía, tener que “ser feliz a fecha fija”, por eso no des lugar a que te digan que sonrías. Deja de lado la tristeza, pero no solo por sobrevivir. Hazlo porque te dé la gana; si necesitas llorar, hazlo. No pierdas un solo beso. Siempre recordarás el primero y el hastío de los que no se dan, pero te gustará más el último. Cuida a los que están y homenajea a los que se fueron recogiendo su memoria y sembrando sus sueños. “Si eres joven, revienta de placer; y si eres viejo, piensa que lo más dulce siempre se reserva para el postre”, como diría Manuel Vicent.
Otro año que empieza y que quiere su parte de lo bueno. Intentemos que 2014 no arrastre más días verdes. Por ese “por un año mejor” que ahora reina en los “brindis” y que ha dejado de lado al “por nosotros”. Porque este año no se olvide de nosotros. Tampoco de los demás. Ni de ti y de mí. Que sepa equilibrar la balanza, esa que medimos mientras miramos el reloj.