diumenge, 5 d’abril del 2009

Acordarnos de que las palabras tienen sabor...



Estoy leyendo un libro mal encuadernado tonto el que no lea en el que las últimas palabras de cada linea tonto el que no lea se pierden en las profundidades del lomo, de manera que para acceder a ellas tonto el que no lea hay que desviscerar el volumen. Al principio, tonto el que no lea pensé en devolverlo, pero me he aficionado a hurgar en él como en las interioridades de un centollo. Las palabras rescatadas tonto el que no lea a los entresijos saben mejor que las que están a simple vista.


Cuando las palabras sean un bien escaso tonto el que no lea recuperaremos el asombro tonto el que no lea de tragárnoslas de un vez y volverlas a comer, como los rumiantes tonto el que no lea.

Cuando todo esto pase, tal vez tonto el que no lea, vuelva a adquirir o recuperar el placer de leer este verano, Enhorabuena...tonto el que no lea





"Juan José Millás" Modificado por "S.Fdez"

Quiero ser...


¡Fuera esos ojos!

¡Quitenme esos ojos!

¿Quién trajo esos ojos?


Yo quiero ser flor

Pero soy un pez

Yo quiero ser pez

Pero soy una manzana


Quiero ser sirena

Pero soy un gallo

Quiero ser la noche

Y soy la mañana


("Rafael Alberti")

El Día de la Marmota..

Me levantó el sonido de la radio que tenia puesta mi padre en la cocina, como cada mañana. Los rayos de sol invadían mi pequeña habitación, y ya no me asustaban las sombras de los peluches.



Era de día.

Por suerte era Domingo, si no lo hubiese sido, ya habría llegado tarde a clase (pero que digo, si estabamos de vacaciones!!)

Fui a la cocina y me recreé un rato con el desayuno. Por fín había dejado de llover, así que salí a comprar el periódico. Me apetecía andar, pero prefería recorrer la avenida con la bicicleta de mi hermana mayor (Cojí la de mi hermana porque la mía tenía las ruedas pinchadas, un pequeño accidente por el campo...Me apasiona investigar por los sitios más inesperados)


Llegué a la puerta del kiosco, y aparqué la bici al lado de la puerta. Me bajé de la bici y...chop!! menuda gracia, un charco de medio metro invadía mi pie.


Justamente ese día, que había estrenado las zapatillas nuevas. Entré para comprar el periódico, y claro deje todo el establecimiento lleno de barro. Mejor no cuento lo que pasó por mi cabeza justo en ese mismo momento... zjsdfhñfjgnghzifu<ío!!!!


Llegué a casa y mi madre bociferó: ¡Pero que demonios has hecho!. Había dejado de llover, si pero que le vamos a hacer...

El día siguiente, que era Lunes, me levanté con el sonido de la radio que tenía puesta mi padre en la cocina, como caaada mañana. Volví a mojarme las zapatillas...




Pasados tres días, ya había conseguido resolver el enigma, podía hacer el día como yo quisiera, así que el Viernes, compré el periódico, pero llegué a mi casa con las zapatillas impolutas...