dissabte, 25 de maig del 2013

Pestañeos

Me muevo entre árboles frondosos. Sus troncos son húmedos y verdes, muy verdes. El aire que respiro es de ese que da vértigo. Limpio. Me duelen los pies de la humedad, pero el sol lo intenta calmar. Hace frío y tengo calor. Tengo frío y hace calor. A lo lejos veo el océano. Los árboles que me rodean lo fraccionan, y la neblina, pero puedo ver el horizonte. 
Allí estaba ese azul, como los ojos que dejan mudo a quien los mira. Cristalino, casi transparente, y en calma, como una balsa. Allí, donde nadie antes se había atrevido a entrar.

Después de abrir aquella puerta perezosa, me desperté, y no había mar, ni había océano, ni ojos. No eran más que el frío del escritorio y el calor del flexo que, con pestañeos, me recordaban que tenía que seguir memorizando fechas. Y no eran más que las cuatro. De la mañana, claro.


diumenge, 12 de maig del 2013

Microcuento de madrugada



Todo el mundo dormía, menos ella. 
Recordó aquella risa, aquella sonrisa, la más fresca de todas las fuentes. La que le cantaba nanas cuando no podía dormir. La que una vez le dijo que alguien, en algún momento, alguna vez, subiría para regalarle la luna.
Aquella noche, al asomarse a la ventana, la vio en su punto más cercano. La luna, estaba casi en el suelo. La tenía en la punta de los dedos.