dimarts, 11 de juny del 2013

Hay demasiada humedad en este lado del cristal. Me hago invisible yo y se hace invisible todo lo que hay ahí fuera. Lo cierto es que hace calor. Y me derrito. 

La distancia se quedó con la razón, la tuvieras tú o la tuviera yo. Y con el corazón. Pero siguió latiendo, y los dos respirando, cada uno por su lado. Después vinieron las idas y venidas, con el calor de por medio. Y cuando volví, cuando volviste y las hojas empezaron a caer no te reconocí, no me reconociste. Después vino el invierno y enfrió las ideas, pero estuvimos ahí para darles calor. Siempre supimos sacar lo bueno de los enredos.

No quieras saber qué me pasa. No insistas o terminaré contándotelo. No lo quieras saber. Ni siquiera sé si quiero saberlo yo, pero no se mentir. Pues eso, si vuelves a quererme, avísame con tiempo. Quizás cuando eso ocurra, si ocurre, haya vuelto. Quizás cuando eso ocurra, si ocurre, me reconozcas. Quizás cuando eso ocurra, que no creo, tengamos los dos la razón.