dilluns, 18 de febrer del 2013

Love

"It sounds like a kiss. It goes with where you go. A kiss with a touch of a new heart". 

dijous, 14 de febrer del 2013

Microcuento a medio día


"Eran demasiado jóvenes como para no creer en los milagros y lo suficientemente adultos como para alimentar los sueños (...) Ambos se casaron el mismo año, murieron el mismo año. Y, a pesar de tantas coincidencias, jamás volvieron a encontrarse". María Crespo. Jot Down. 

dimarts, 12 de febrer del 2013

Entre lineas

Siempre he pensado que se descansa más haciendo lo que a uno le gusta y con lo que disfruta, que durmiendo, y por eso siempre escribo cuando anochece. 

No sabéis lo feliz que me hace poder dedicar un minuto de mi tiempo a las palabras y a la música, y a hacerlas ver de la mano "entre líneas". Conforme pasan los años estoy más convencida de que, dedicarle tiempo a algo verdaderamente importante, resulta absolutamente edificante, es algo inexplicable. 

No se si alguien lee mis escritos, pero en fin, poco me importa eso. Hoy con mi brevedad digo mucho, y poco es lo que voy a tardar en irme a dormir, aunque si fuera por mí y no por mi dolor de cabeza, seguiría entre lineas. Y entre líneas es como me y te deseo unas buenas noches. 



diumenge, 10 de febrer del 2013

Juego de sombras


De pequeña me apasionaban los juegos de manos, las sombras en la pared. El billete de ida en el bolsillo y la linterna en la mano. Cada noche se convertía en un viaje hacia un nuevo lugar. El número de ilusionismo. Sombras en la pared. Así podía pasarme horas y horas, hasta que mis ojos llamaban al sueño con pestañeos. Y así, la noche eterna.

Ventana abierta, empiezo a observar. Hoy la noche se vuelve a encender, pero sin linterna. Una inmensa luna preside el ya oscuro y casi despejado cielo, y va dejando ver alguna que otra estrella perdida en un rincón; las luces de la ciudad asoman, el frío resbala por las aceras, y no hay casi nadie por las calles. Solo algún rezagado sin paraguas. Es a estas horas cuando reflexiono sobre la vida a veces, cuando observo y me muero de sueño, cuando escucho pasar al camión de la basura, cuando recuerdo y añoro, cuando planeo, cuando huelo el frío, tirito, cierro la ventana y me tapo con la manta; cuando sonrío y cuando lloro, cuando mi cabeza quiere hablar y mis manos escribir. El número de ilusionismo. Sombras en mi cabeza. Y así puedo pasarme las horas. Y así, de nuevo, la noche eterna. 





  

Où peut-on aller danser?



La caminata de veinte minutos hasta la playa y la gloriosa despedida de la puesta de sol de Marsella cambió nuestra forma de ver la vida. Lo recuerdo muy bien. Tú me enseñaste a bailar y yo a ti a vislumbrar estrellas de las que solo alumbran cuando dejas de buscar. Al poco tiempo el invierno nos pisó el pié. tú volviste a Nueva York y yo volví a París. Fue entonces cuando prometimos escribirnos durante los meses que durara el frío, hasta volver a reencontrarnos en primavera.
Ayer mismo recibí tu postal desde Nueva York. En ella echabas de menos bailar sobre mi mano y me contabas sorprendido cómo conseguiste fotografiar el cielo neoyorquino plagado de estrellas. Tengo todas tus fotografías colgadas al lado de la ventana, para observarlas cada mañana al despertar.

Hoy es día de mercado en Montmartre. Hace frío, y parece que las nubes van a resbalar del cielo para cubrir París de lluvia, pero a pesar de eso, la place du Tertre es una fiesta bohemia continua. Los pinceles derrochan color en cada uno de los lienzos allí expuestos, y con tres notas y una canción sencilla, los acordeones alegran cada rincón de la plaza. Todo el mundo está invitado.

Me he sentado en una de las mesas del café de la plaza. El establecimiento se iba llenando conforme pasaban los minutos, y el calor y el humo de dentro empañaban los cristales. Me era casi imposible escribir estas líneas entre tanto gentío, así que, después de un café rápido, he vuelto a la alegría de la plaza y me he sentado en uno de sus helados bancos de piedra.
Mientras comía una fruta del mercado y saboreaba su dulzor, un anciano se ha acercado y se ha empeñado en venderme una ridícula boina. El hombre transmitía tanta ternura que no me he podido negar, y se la he comprado. Cuando se alejaba entre el gentío y la música jazz de la plaza, he mirado al frente y me he visto reflejada con mi nuevo peinado en el escaparate de la tienda de antigüedades de enfrente. Acto seguido me ha dado por reír.
No puedes imaginarte la alegría que desprende esta plaza, ojalá pudiera quedarme más tiempo, pero desde aquí se escuchan las campanas del Sacré-Cœur y eso me recuerda la hora, la hora de volver a casa. Ojalá estuvieras aquí.
Se que nos veremos pronto. Lo se porque aunque el frío pasa lento, estamos a siete pasos de la primavera. Además, te debo un baile, y por carta es imposible bailar…
Nos vemos pronto. 



Un beso sin boca

El fuerte viento casi le impedía andar. El cielo comenzaba a cambiar de color. Alternaba el naranja y el rosa, y un azul cobalto agrio. Empezaba a anochecer. Las nubes confundían su color, el sol se deslizaba por los tejados y las luces de la ciudad se veían encenderse a lo lejos. La buscadora de estrellas recordaba la figura de su abuelo -convertida ahora en una estrella- entre los manzanos de su antigua casa de campo, volando una cometa que allí guardaba, símbolo de su infancia. Sentía frío, mucho frío. Sentía. La misma sensación que la nostalgia lejos de casa, o peor. Echaba de menos, y ese menos iba a más. Dejó volar hacia la inmensidad del cielo una pequeña pieza de su astrolabio, que colgaba de la cometa que ahora, surcaba el cielo envuelto en fuego. Y ella, con los ojos vidriosos y las mejillas sonrojadas del frío, apretaba los labios y la veía volar, la veía alejarse, haciéndose cada vez más pequeña. Se preguntó donde iría, se preguntó donde llegaría, se preguntó si le llegaría. Sentía frío, mucho frío. Sentía. La misma sensación que un beso sin boca.
Posó el peso de su beso. Pasó, pisó y amor dejó a su paso. A su paso, en una bola de nieve puso el beso. Y se cuajó.