Hoy, no sé qué escribir. Clavo la mirada al techo. Lo cubren las sombras de los coches que aparcan su trayecto. Hoy, alzo el vaso más vacío que yo, y brindo con la noche recuerdos que me hacen, una vez más, despertar cuando solo debería soñar, y en vez de soñar añoro, pero esta vez no lloro. Hoy, no sé qué escribir. Hoy, mi cama no me quiere acurrucar. Ni siquiera tu almohada. O eso creo. Y nadie sabe por qué...
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