dilluns, 30 de desembre del 2013

El reloj

Miro el reloj. Parece mentira que las agujas tarden tanto en moverse, ayer mismo era uno de enero. Mi mirada a penas tiene paciencia para esperar ver moverse al minutero. La retiro del reloj y lo vuelvo a mirar. La hora, intempestiva. El minuto, justo. El reloj, lento. La noche, puesta. Y el tiempo, el tiempo a penas puedo tocarlo, ni observarlo. Otro año que acaba.

“La buena memoria es una gran ventaja cuando no sirve para inspirar malos sueños, pero 2013 se ha convertido en el año de las pesadillas”. Esto escribía Almudena Grandes en uno de sus artículos. Como veis, no recuerdo el artículo pero si la frase. Me gustó. O bueno, quizás me impactó. Sí, lo segundo.

Muchos coincidirán conmigo en que este no ha sido un año especialmente bueno. Lo cierto es que es difícil permanecer en el centro de la balanza. No nos lo están poniendo fácil, y esa balanza se cansa de pesar de más y de echar de menos. El equilibrio es imposible, como decía aquella canción de Los Piratas. Difícil, pero no imposible. El cielo se cansa de llover, pero qué haríamos de no ser por la lluvia. Verde es la flor antes de tornarse color. Todo pasa, todo llega.

A estas alturas del calendario uno acaba haciendo balance. Sin querer. De lo bueno y de lo malo, de este instante, del recuerdo y de lo que está por llegar.

Si hay algo que no me gusta de la Navidad, es, como dice mi tía, tener que “ser feliz a fecha fija”, por eso no des lugar a que te digan que sonrías. Deja de lado la tristeza, pero no solo por sobrevivir. Hazlo porque te dé la gana; si necesitas llorar, hazlo. No pierdas un solo beso. Siempre recordarás el primero y el hastío de los que no se dan, pero te gustará más el último. Cuida a los que están y homenajea a los que se fueron recogiendo su memoria y sembrando sus sueños. “Si eres joven, revienta de placer; y si eres viejo, piensa que lo más dulce siempre se reserva para el postre”, como diría Manuel Vicent.

Otro año que empieza y que quiere su parte de lo bueno. Intentemos que 2014 no arrastre más días verdes. Por ese “por un año mejor” que ahora reina en los “brindis” y que ha dejado de lado al “por nosotros”. Porque este año no se olvide de nosotros. Tampoco de los demás. Ni de ti y de mí. Que sepa equilibrar la balanza, esa que medimos mientras miramos el reloj.





dilluns, 28 d’octubre del 2013

Leer por leer

José Luis Sampedro explicaba en uno de sus libros que "el arte es mucho más que la técnica. La técnica se puede enseñar, es esencialmente racional, pero, el conseguir una obra de arte requiere algo distinto, algo que constituye el secreto de la vida, lo no transmisible de la vida".

Aprender a leer. Es lo primero que nos enseñan en la escuela. Nos enseñan a juntar todas y cada una de las letras para después emitir un sonido y a su vez un significado. Después enlazamos palabras, y una vez aprendido eso, parece que ya lo hemos aprendido todo.

En la escuela enseñan a leer, pero no el arte de leer. Sin embargo, no hay regla sin excepción. En el colegio tuve un profesor que convirtió el mundo de la literatura -hasta ese momento un mundo al que apenas nos habíamos asomado- en orfebrería. Era magnífico, estaba hecho de una pasta especial. Y digo era porque ya no está. Se propuso enseñarnos, como decía Sampedro "el secreto de la vida". Y lo consiguió. Recuerdo como un día llenó la pizarra con tres palabras inmensas que cambiaron nuestra forma de ver las letras. "Leer por leer". Seguidamente, nos propuso que saliéramos a la pizarra a apuntar nuestras aspiraciones y motivos por los que leíamos. "Leer porque sí", "Leer por aprobar". Ninguno de esos "Leer por" tenían un significado secreto, únicamente el que hasta ahora nos habían enseñado. Ninguno.

El siguiente fragmento del articulo Un mòn que s'abandona de Enric Sòria me recuerda a mi profesor. Es como si lo hubiera escrito él. "Mire els meus estudiants. M'agraden. Sovint n'aprenc, d'ells, dels seus punts de vista, de les seues aspiracions. Són joves, tenen gràcia i energia. Accepten que llegir és una necessitat, però l'entenen como una obligació. No conceben que puga ser un plaer. Tenen al seu davan l'univers més ric i extraordinari que han inventat els humans".

Al ver que la pizarra estaba llena de palabras y vacía de significado, nuestro profesor añadió una coma a su "Leer por leer" y siguió con "no es leer". Ese momento nos abrió los ojos, y nuestras frases empezaron a cobrar vida, empezaron a tener significado. Habíamos descubierto un misterio oculto. A partir de ese día ya no leíamos por aprobar, tampoco porque sí. Empezamos a leer por placer, por aprender, por imaginar, por saber, por conocer, por experimentar, por compartir. Por un sinfín de "pores".

Se debe enseñar a generar ideas, ideas provocadas por lo que se escucha, se escribe o se lee. Por eso en las escuela se debe enseñar a leer, pero también el arte de leer. Enseñar a aprender. Se debería enseñar el misterio de la vida, a ir más allá de lo que se ve, a no conformarse, a adentrarse. En la lectura también, por supuesto. Porque "leer por leer, no es leer". 



dimarts, 22 d’octubre del 2013

El arte de hacerse

El día. Doy media vuelta y ya se ha ido. Doy la vuelta entera y ha vuelto a comenzar. Y cuando no me muevo es cuando escribo estas líneas, en las que se deslizan las letras y el tiempo que me queda para volver a dar otra media vuelta. 

Un día de tantos, algo extraño, no muy bueno. Simplemente un día. Con una mañana que ha pasado a prisa y ha durado mucho, con una tarde fugaz. Y baja, pasa, como los cinco minutos que posponen tu rutina, como los caminos y las noches en vela, como el color del cielo y los sueños que nos diferencian. Como la fiebre.

La del sábado noche, con el baile, las miradas y la risa fácil de unos ojos a media asta; la de los atardeceres, cuando solo cabe en la cabeza un sol tocando el mar, bañándose en tus ojos, y también un "ojalá estuvieras aquí"; la del chiringuito en verano, dorado y salado, y de dulce noche; la de las mañanas frías, tapado en la cama, dejando ver el pié derecho. 

La fiebre de los quebraderos de cabeza que agudizan el insomnio, y el ingenio. La de los estropicios del querer que se miden en kilómetros de frío y se arreglan con el calor de tus manos. El "que te vaya bien", el "nos vemos pronto". El saber que tú y yo somos igual. 

La fiebre de la canción que te recuerda a, y las que olvidan al fin; los días que nunca acaban y los que acabas añorando. Las palabras que se abandonan y pasan a no ser y a ser de nadie. Las promesas, los reencuentros, los amigos que perdiste, y los que encontraste. Las cosas que nos alejan. El echar de menos tanto y apenas encontrarse. 

La fiebre de verlo venir, de verlo pasar, de verlo caer, de dejarlo todo y darlo, de no dar y recibir, de lo recíproco. La fiebre de aquello que te deja sin aliento cuando lo tienes a dos centímetros y que te ahoga cuando se aleja. El recuerdo del primer beso, la felicidad del último, el hastío de los que no se dan. La fiebre de la familia cuando te necesita, cuando tú la necesitas, de lo imposible por algo, de lo posible por nada. De ti y de mi. Ni contigo ni sin ti. De mi sin ti. 

"Mi pedagogía siempre se reducía a dos palabras: amor y provocación. Hay que querer a las personas a quien se dirige uno y yo quería a mis alumnos. (...) Hay que provocar en el que escucha que piense por su cuenta. No hay que adoctrinar, hay que provocar. Me gustaría pensar que, en algún momento, algo de lo que digo les sirva de provocación para que salten por encima de mí, para que se hagan y lo hagan mejor todavía. La tercera palabra, después de amor y provocación, consecuencia de ambas, es la de autenticidad" (...) "El conseguir una obra de arte requiere algo distinto, algo que, para mi, constituye el secreto de la vida, no lo transmisible de la vida". Escribir es vivir. José Luis Sampedro

La fiebre de los años, de los que pasan. Fiebre por el arte de hacerse. A uno mismo, a los demás. De ser mejor. De hacer y deshacer, de volver a hacer, día a día.  
Hoy no ha sido un buen día. Pero no importa porque dando una media vuelta se vuelve a proyectar uno nuevo. Ya es de noche y no hay marcha atrás. 













dimecres, 11 de setembre del 2013

Atlas

Yo pensaba que no sería el fondo, ni los gestos. Ni siquiera la mirada. Yo pensaba que solo serían algunas facciones, la apariencia. No sé, quizás la altura, el peso, la edad. Poco más. No sé, al fin y al cabo, en mi solo ha cambiado eso. Vamos, eso creo. Sigo como siempre. Con matices, pero con la misma esencia. 

Hay a quien terminas por dejar de ver. A menudo, digo. Y no porque tu quieras, sino por el tiempo. 
Otros se esfuman y ni siquiera son capaces de recordar los días en que todo valía, los días en los que fuimos libres, de verdad. 
Otros incluso dejan de lado los buenos modales que aprendieron años atrás y acaban en nada. Acaban. Su esencia se esfuma, como el que parte y deja la duda de si algún día habrá reencuentro. Dejan atrás los fantasmas del pasado, que a lo mejor ni fueron fantasmas, solo recuerdos, para retomar otra senda que no saben si es mejor, pero saben que es nueva. 

Incluso acabando así, todos seguimos estando en el mismo atlas. Seguimos teniendo algo en común. 
Yo pensaba que no sería el fondo, en serio. Ilusa. No hay excepción sin regla. Qué jodido el tiempo. Lo cura y lo cambia todo. 





diumenge, 8 de setembre del 2013

Isla

"Solo tengo la calle. El asfalto. Los escaparates. Espero en las esquinas a nadie.
Solo tengo los árboles. Las nubes. Los estanques. Paseo en los jardines con nadie.
Solo me queda el aire. Los mapas. Las ciudades. Escribo. Escribo cartas a nadie."

José Luis Sampedro


dimecres, 31 de juliol del 2013

Dioptrias

Siempre lo digo, si de verdad ahí arriba hay alguien, algún día tendrá que vérselas conmigo, por tantas cosas que sigo sin comprender.
Cada vez que miro al cielo, me acuerdo de muchas cosas. De todo lo que acabó para siempre, de la sin razón, del por qué, del adiós. Parece que están ahí arriba, en esa inmensidad, en ese silencio, en esos colores, unas veces claros, y otras, más oscuros; en esa nada. Y no parece que pase el tiempo, ni la memoria. 
Las nubes que van y vienen me recuerdan a ellos, y las que se acumulan, al desastre. Hasta que, llega el día en que, sin apenas pensarlo vuelves a mirar arriba y sabes que siguen ahí. Ves las nubes, ves como vienen y van; y el cielo sigue cambiando de color, y te acuerdas de todos ellos, pero de otra manera. Y es así como se hace notar la progresiva degradación de la dioptria, porque tu ya todo lo ves diferente, como con más luz. 




dilluns, 17 de juny del 2013

Somos nubes, no más

Rodar. Rodamos con el tiempo, al tiempo, a tiempo y a destiempo; nos eleva y nos lleva el viento. Rodamos en lo profundo y en lo hondo, en lo oscuro y al sol. Unas veces arriba y otras rozando el suelo. Muy lento, despacio y más aprisa, sin prisa. Rodamos en la estupidez, en la certeza y en la calma. 
Nunca hay final, aunque finalmente te desvanezcas, tu olor se quedará y tus huellas se olvidarán, o puede que al revés. Y seguirás rodando. Consumirás un día más, respirarás un día menos, y sin embargo, verás asomar por la ventana mil amane(anoche)ceres más. Seguirás teniendo más noches que la luna y más años que el sol. Vagarás por la historia. Y seguirás rodando. Como nubes que no pesan y se van; como el mundo cuando ya no quede nada. 




dimarts, 11 de juny del 2013

Hay demasiada humedad en este lado del cristal. Me hago invisible yo y se hace invisible todo lo que hay ahí fuera. Lo cierto es que hace calor. Y me derrito. 

La distancia se quedó con la razón, la tuvieras tú o la tuviera yo. Y con el corazón. Pero siguió latiendo, y los dos respirando, cada uno por su lado. Después vinieron las idas y venidas, con el calor de por medio. Y cuando volví, cuando volviste y las hojas empezaron a caer no te reconocí, no me reconociste. Después vino el invierno y enfrió las ideas, pero estuvimos ahí para darles calor. Siempre supimos sacar lo bueno de los enredos.

No quieras saber qué me pasa. No insistas o terminaré contándotelo. No lo quieras saber. Ni siquiera sé si quiero saberlo yo, pero no se mentir. Pues eso, si vuelves a quererme, avísame con tiempo. Quizás cuando eso ocurra, si ocurre, haya vuelto. Quizás cuando eso ocurra, si ocurre, me reconozcas. Quizás cuando eso ocurra, que no creo, tengamos los dos la razón.





dissabte, 25 de maig del 2013

Pestañeos

Me muevo entre árboles frondosos. Sus troncos son húmedos y verdes, muy verdes. El aire que respiro es de ese que da vértigo. Limpio. Me duelen los pies de la humedad, pero el sol lo intenta calmar. Hace frío y tengo calor. Tengo frío y hace calor. A lo lejos veo el océano. Los árboles que me rodean lo fraccionan, y la neblina, pero puedo ver el horizonte. 
Allí estaba ese azul, como los ojos que dejan mudo a quien los mira. Cristalino, casi transparente, y en calma, como una balsa. Allí, donde nadie antes se había atrevido a entrar.

Después de abrir aquella puerta perezosa, me desperté, y no había mar, ni había océano, ni ojos. No eran más que el frío del escritorio y el calor del flexo que, con pestañeos, me recordaban que tenía que seguir memorizando fechas. Y no eran más que las cuatro. De la mañana, claro.


diumenge, 12 de maig del 2013

Microcuento de madrugada



Todo el mundo dormía, menos ella. 
Recordó aquella risa, aquella sonrisa, la más fresca de todas las fuentes. La que le cantaba nanas cuando no podía dormir. La que una vez le dijo que alguien, en algún momento, alguna vez, subiría para regalarle la luna.
Aquella noche, al asomarse a la ventana, la vio en su punto más cercano. La luna, estaba casi en el suelo. La tenía en la punta de los dedos. 



diumenge, 28 d’abril del 2013

divendres, 26 d’abril del 2013

La mano

"La vida a veces es tan breve y tan completa, que un minuto -cuando me dejo y tú te dejas- va más a prisa y dura mucho. La vida a veces es más rica. Y nos convida a los dos juntos a su palacio, entre semana, o los domingos a dar tumbos. La vida entonces, ya se cuenta por unidades de amor tuyo, tan diminutas que se olvidan, en lo feliz, en lo confuso. La vida a veces es tan poco y tan intensa -si es tu gusto-... Hasta el dolor que tú me haces da otro sentido a ser del mundo. La vida, luego, ya es nosotros hasta el extremo más inmundo. Porque quererse es un castigo y es un abismo vivir juntos". Jaime Gil de Biedma

Me agarra la mano tan fuerte que apenas puedo respirar. Pero no me disgusta, en absoluto. No me deja ni entrar ni salir. Estoy prácticamente dentro, pero en el límite de la duda. No se si subo o si bajo. 
Perfectamente, en cualquier momento, podría decidirse a soltarme cuando yo decida entrar. O incluso haga yo fuerza para resbalar de sus dedos poco antes de que me agarre la otra mano. Y ahí están, las manos, como el perro del hortelano pero entre las barcas. 
Los recuerdos que afloran y me sorprenden un día cualquiera, fuera de mi cabeza, en imágenes reales, me agarran del pié, y me complican aún más las cosas. Y estoy en el aire, como un interrogante. Soy casi, soy quizás, soy mitad. Pero solo sonrío, no más. 
Alguien viene y me dice que esto no me lleva a ninguna parte, pero a mi me da lo mismo, me da igual mirarme al espejo y ver que no tengo alas para echar a volar. 
Siempre dentro de un bucle que no parece terminar. Mis pies en circulo, mi mente en blanco y aciertos, ni uno. 
Pero tengo todo el tiempo del mundo para saber en qué concluyen mis sueños. O quizás no tanto. Y puede que sea más fácil de lo que parece. O quizás no. 
Quiero que así sea, fácil digo. Y me dicen que me vaya, una vez más. Pero aquí sigo... Y ahí sigue, la mano. 
Vaya por Dios. 





dimarts, 16 d’abril del 2013

Escribir a la contra

La verdad, estoy teniendo unos días de mierda. Y lo digo así de alto y así de claro. Hoy he tenido un día de mierda, he empezado y acabado una semana de mierda, y si me apuras, un mes de mierda. Sí. Al año no le echaré peso todavía, porque todavía es pronto.


A veces pienso que estoy perdida, que voy sin rumbo, que estoy por estar. Así, sin más. Otras veces, pienso que aun perdiendo, uno no tiene porqué estar perdido. Y sopeso. Y le pido al optimismo que me vuelva a amordazar, como siempre lo ha hecho. Y me vuelvo a preguntar. Pero, ¿por qué lo hago?... ¿Ves?, ya lo he vuelto a hacer… lo de preguntar, digo.

Ahora mismo no veo nada, no sé cuál es el objetivo de nada, y nada es lo que tengo. Aunque en el fondo, sé que no hay nada que no pueda ser, ni nada que no pueda hacer.  Y lo sé bien. Aun así, choco siempre contra la misma pared. Me doy una y otra vez. Me hago cada vez más pequeña, me encojo. Puede que sea la noche, o puede que sean los años que pasan, o quizá sean así los ciclos de soledad. Es como si viniera todo a destiempo, confuso.  

Si salimos de esta te juro que no haré ni un gesto de emoción. Bastante duro ya ha sido, como para darle encima la satisfacción. 

Hay días en los que me gustaría escribir al revés, a la contra, y contar lo que no pasa, pero pasa lo que pasa, y no tengo otra manera de escribir lo que pienso si no se me pasa.

¿Pues sabes lo que te digo? Que voy a escribir a la contra: Sí, saldremos de esta. 




Jarabe De Palo – Escriban mas canciones




dilluns, 15 d’abril del 2013

Menos tú

Hoy, no sé qué escribir. Clavo la mirada al techo. Lo cubren las sombras de los coches que aparcan su trayecto. Hoy, alzo el vaso más vacío que yo, y brindo con la noche recuerdos que me hacen, una vez más, despertar cuando solo debería soñar, y en vez de soñar añoro, pero esta vez no lloro. Hoy, no sé qué escribir. Hoy, mi cama no me quiere acurrucar. Ni siquiera tu almohada. O eso creo. Y nadie sabe por qué...

dissabte, 13 d’abril del 2013


Para mis imprescindibles

Abril, aguas mil

"Ves cosas y dices "¿por qué?", pero yo me pregunto cosas que nunca fueron, y digo "por qué no?"  Bernard Shaw


“Yo no puedo decir si hay Dios o no. Creo que no, pero no tengo seguridad. Ahora, tengo la seguridad de que el Dios que nos vende el Vaticano es falso, y lo compruebo leyendo la Biblia con la razón y no con la fe. Cuando creemos lo que no vemos, acabamos por no ver lo que tenemos delante”  José Luis Sampedro


"God is a concept by which we measure our pain" John Lennon

"Solamente podemos aspirar a dejar a nuestros hijos dos legados duraderos. Uno, raices; el otro, alas" Hoddind Carter




Tejiste nuestros sueños con historias sin final, i sempre en valencià!. Siempre nos quedábamos con ganas de más. Nos daban envidia tus caramelos de menta. Nos enseñaste a amar la literatura, a amar la vida, a amar la música y el cine, la risa, el teatro y la poesía, a amar el arte de las manos, a llorar si el corazón estaba cansado y a reír cuando latía fuerte. Nos enseñaste a abrir el corazón. Nos presentaste a la creatividad, y con ella pasaron los años. 



Contigo aprendimos a seguir caminando, aunque algunas veces fuéramos hacia el desastre más perfecto. Oh, vamos, ¡hicimos hasta un periódico! ¡Y un musical! “Los Quart Creixent estrenan nueva función en el Circo Margot”. Mira qué titular, ¿vienes a verla?... Éramos un gran equipo. 



Fuiste nuestras manos y nuestros ojos. Fuiste una sonrisa que dio brillo a los días sin sol, y unos ojos a los que no le importaban si las horas bajaban, siempre abiertos. Es lo que tiene…todos los ángeles no tienen alas. Sin duda, estabas hecho de una pasta especial. 



Fuiste un gran apoyo en una época muy difícil. Y me salvaste. Confiaste en mis ideas y pensamientos, en lo que escribía y dibujaba. Confiaste en todo y en todos. Contigo, perderse estuvo muy bien, pero encontrarse (a uno mismo), estuvo todavía mejor. Fuiste un profesor, un padre, un amigo. Y me diste buenos consejos: “M’agradaría saber on has trobat la vareta per fer màgic tot el que toques”. Gracias, gracias, gracias una vez más.

No me quedan casi palabras. Hoy es un día mudo, ha salido el sol, pero yo solo veo nubes negras, y duelen sus perfiles. Lo siento en el centro del pecho. Escucho el silencio. Un silencio que no es amnesia, que guarda un gesto del ayer. Un silencio que borra pizarras y que deja las libretas en blanco. Un silencio que te ha obligado a olvidarte del mundo y que se ha olvidado de los demás. Un silencio que no es más que silencio.

Si bien dicen que la maldición de los optimistas es sobrevivir a todo y que la noche refleja el día que has pasado, a ti hoy te ha tocado ser y vivir para siempre, y a mí esta noche, soñar con lo que más añoro hoy: lo que nunca sucedió. Y la verdad, empiezo cansarme de tener estos sueños solo en abril. Sobre todo, porque yo creía que en primavera las flores solo florecían y lo de marchitarse, lo dejaban para más tarde. Y me canso porque hace justo cinco años, en esos sueños aparecía mi abuelo. Y tu estuviste ahí aquel día y me diste la mejor de tus sonrisas.

“No tornes a mirar la lluna sense recordar que un día tu fores… Quart Creixent”.

Nadie más lo entenderá. Solo los que allí estuvieron sonreirán.


Este matí, quan s’ha alçat, ha vingut a dir-me que el carrer s’havia quedat mut. He guaitat i he vist un carrer de diumenge, sense sorolls, sense cotxes, amb un cel verdós. “Hui no hi ha escola, papá?” ha preguntat. “Clar que sí, es dimarts”. Un llum menut i rogenc es veía arran les teulades, creuant la vora verdosa. Els ulls tancats de les cases, sense llums, sense vida, i nosaltres agenollats davant la finestra i el silenci. “Què passa papá?” “No sé, crec que entre dilluns i dimarts se’ns ha escolat un dia verd”
“Tinc por”. “No patisques, els dies verds son tranquils, però no s’han de viure, només s’han de somniar. Au, tornem al llit i dormim amb força, així el dia verd es tornarà blau” 
Manel Sanchis




Una vez alguien me dijo estas palabras: "El cementerio está lleno de personas imprescindibles". Y vaya si acertó. Aquel día no entendí esas palabras, supongo que era muy pequeña, tan pequeña como para creer que era mentira que las plantas tenían vida solo porque no se movían (me acuerdo que le clavé la uña a una hoja para ver si la planta se quejaba). Ahora lo entiendo, y por eso creo que nadie debe dárselas de nada, porque todos, al fin y al cabo, terminamos siendo, de una manera o de otra, imprescindibles para alguien en la vida. 

Me acuerdo la última vez que te vi. Fue en el río. Yo iba corriendo, con mis cascos y mi música, y vi una bici. Me di cuenta que eras tú. Y me giré. Y vi como la bici se alejaba al compás de Queen. Solo volví a saber de tí porque me comentabas en este blog. Mi fiel seguidor. 

Lo peor no es que te echaremos de menos, lo peor de todo es que ese "menos" muchas veces, irá a más. Y solo pasará... los días verdes. Hoy el cielo esta de ese color, y no se por cuanto tiempo más estaré rota por dentro. 

Vive para hacer mejor a los demás, y no habrá nadie mejor que tú. Diste en el clavo. 


Ah, se me olvidaba... "Qualsevol día el senyor que tanca els paréntesis em donarà permis per a eixir"... Por supuesto 


Gracias, amigo.







dimecres, 10 d’abril del 2013


Look at earth from outer space
Everyone must find a place
Give me time and give me space
Give me real, don't give me fake
Give me strength, reserve control
Give me heart and give me soul
Give me time, give me a kiss
Tell me your own politik
Give me one, cause one is best
Give me piece of mind and trust
And give me love over, love over, love over this

Coldplay - Politik


dijous, 4 d’abril del 2013

Seattle

Esta semana he dejado el sol del mediterráneo de primeros de abril para abrir el paraguas, con diez grados menos. Y no me gusta la idea, la verdad. Estoy de camino, en el coche. Y llueve. No veo pasar, ni pasear, ni una sola nube, ni siquiera veo sus perfiles. El cielo está tan gris que el verde de las plantas que me cruzo por el camino desprende luz.
En mi ventana aparecen tímidas gotas de lluvia. Algunas engordan, resbalan hacia abajo y pronto desaparecen; otras, sin embargo, dejan huella, pero siguen su camino, hacia abajo o hacia el lado. El viento  hace con ellas lo que quiere. Pero no se quejan apenas. 
Cuando llueve, me gusta escuchar Seattle de Mark Knopfler en el coche, no me preguntéis por qué. Aunque bueno, quizás sea porque el limpiaparabrisas me marca el compás de la canción, y eso me da paz. Sí, quizás sea por eso. De hecho, ya me estoy durmiendo... Pero no conduzco yo. 




dijous, 7 de març del 2013

Palabras

Soy una fiel defensora de las palabras. De todas. De las que sobran, de las que faltan y de las que nunca faltan; de las que hacen olvidar, de las que te olvidan y de las que nunca olvidan. Palabra es razón, palabra es sentimiento, sueño eterno; Palabra es tiempo. 
Con las palabras aprendí a construir refugios, con ellas descifré miedos. Con ellas me envenené, envenené. Nadé en un mar de palabras, en él me encadené, y de su frescura me embriagué. La misma frescura me hizo saltar, con ellas, en picado al corazón, y aterricé como bien pude, pidiendo sujeción a mis pies, o a mi cabeza, no lo sé aún bien. Con ellas liberé, me liberé; con ellas llené, vacié; Con ellas olvidé cosas que aún recuerdo; con ellas, recuerdo cosas que nunca olvidé. 
Sin palabras, no hay colores, ni cinco sentidos. Sin palabras, no hay líneas, ni letras, ni ojos que las lean.  Unos ojos se van quedando sin palabras para llenar los espacios vacíos, en estas lineas sin sentido. Otros ojos, en cambio, no saben donde pararse a mirar. Son ojos caprichosos, que escanean, que imantan; son ojos que vienen y van. Los mismos ojos que te sonríen con un guiño; los mismos ojos que con un pestañeo te dan las buenas noches... y muchas otras cosas. ¿Palabras, quizás? 


"So I look for love. I like the search (...) I'm not perfect, but you don't mind that, do you?"


"Hasta que no cambies lo nuestro será ciencia-ficción (...) Da igual que no cambies, estamos destinados tú y yo". 


dilluns, 18 de febrer del 2013

Love

"It sounds like a kiss. It goes with where you go. A kiss with a touch of a new heart". 

dijous, 14 de febrer del 2013

Microcuento a medio día


"Eran demasiado jóvenes como para no creer en los milagros y lo suficientemente adultos como para alimentar los sueños (...) Ambos se casaron el mismo año, murieron el mismo año. Y, a pesar de tantas coincidencias, jamás volvieron a encontrarse". María Crespo. Jot Down. 

dimarts, 12 de febrer del 2013

Entre lineas

Siempre he pensado que se descansa más haciendo lo que a uno le gusta y con lo que disfruta, que durmiendo, y por eso siempre escribo cuando anochece. 

No sabéis lo feliz que me hace poder dedicar un minuto de mi tiempo a las palabras y a la música, y a hacerlas ver de la mano "entre líneas". Conforme pasan los años estoy más convencida de que, dedicarle tiempo a algo verdaderamente importante, resulta absolutamente edificante, es algo inexplicable. 

No se si alguien lee mis escritos, pero en fin, poco me importa eso. Hoy con mi brevedad digo mucho, y poco es lo que voy a tardar en irme a dormir, aunque si fuera por mí y no por mi dolor de cabeza, seguiría entre lineas. Y entre líneas es como me y te deseo unas buenas noches. 



diumenge, 10 de febrer del 2013

Juego de sombras


De pequeña me apasionaban los juegos de manos, las sombras en la pared. El billete de ida en el bolsillo y la linterna en la mano. Cada noche se convertía en un viaje hacia un nuevo lugar. El número de ilusionismo. Sombras en la pared. Así podía pasarme horas y horas, hasta que mis ojos llamaban al sueño con pestañeos. Y así, la noche eterna.

Ventana abierta, empiezo a observar. Hoy la noche se vuelve a encender, pero sin linterna. Una inmensa luna preside el ya oscuro y casi despejado cielo, y va dejando ver alguna que otra estrella perdida en un rincón; las luces de la ciudad asoman, el frío resbala por las aceras, y no hay casi nadie por las calles. Solo algún rezagado sin paraguas. Es a estas horas cuando reflexiono sobre la vida a veces, cuando observo y me muero de sueño, cuando escucho pasar al camión de la basura, cuando recuerdo y añoro, cuando planeo, cuando huelo el frío, tirito, cierro la ventana y me tapo con la manta; cuando sonrío y cuando lloro, cuando mi cabeza quiere hablar y mis manos escribir. El número de ilusionismo. Sombras en mi cabeza. Y así puedo pasarme las horas. Y así, de nuevo, la noche eterna. 





  

Où peut-on aller danser?



La caminata de veinte minutos hasta la playa y la gloriosa despedida de la puesta de sol de Marsella cambió nuestra forma de ver la vida. Lo recuerdo muy bien. Tú me enseñaste a bailar y yo a ti a vislumbrar estrellas de las que solo alumbran cuando dejas de buscar. Al poco tiempo el invierno nos pisó el pié. tú volviste a Nueva York y yo volví a París. Fue entonces cuando prometimos escribirnos durante los meses que durara el frío, hasta volver a reencontrarnos en primavera.
Ayer mismo recibí tu postal desde Nueva York. En ella echabas de menos bailar sobre mi mano y me contabas sorprendido cómo conseguiste fotografiar el cielo neoyorquino plagado de estrellas. Tengo todas tus fotografías colgadas al lado de la ventana, para observarlas cada mañana al despertar.

Hoy es día de mercado en Montmartre. Hace frío, y parece que las nubes van a resbalar del cielo para cubrir París de lluvia, pero a pesar de eso, la place du Tertre es una fiesta bohemia continua. Los pinceles derrochan color en cada uno de los lienzos allí expuestos, y con tres notas y una canción sencilla, los acordeones alegran cada rincón de la plaza. Todo el mundo está invitado.

Me he sentado en una de las mesas del café de la plaza. El establecimiento se iba llenando conforme pasaban los minutos, y el calor y el humo de dentro empañaban los cristales. Me era casi imposible escribir estas líneas entre tanto gentío, así que, después de un café rápido, he vuelto a la alegría de la plaza y me he sentado en uno de sus helados bancos de piedra.
Mientras comía una fruta del mercado y saboreaba su dulzor, un anciano se ha acercado y se ha empeñado en venderme una ridícula boina. El hombre transmitía tanta ternura que no me he podido negar, y se la he comprado. Cuando se alejaba entre el gentío y la música jazz de la plaza, he mirado al frente y me he visto reflejada con mi nuevo peinado en el escaparate de la tienda de antigüedades de enfrente. Acto seguido me ha dado por reír.
No puedes imaginarte la alegría que desprende esta plaza, ojalá pudiera quedarme más tiempo, pero desde aquí se escuchan las campanas del Sacré-Cœur y eso me recuerda la hora, la hora de volver a casa. Ojalá estuvieras aquí.
Se que nos veremos pronto. Lo se porque aunque el frío pasa lento, estamos a siete pasos de la primavera. Además, te debo un baile, y por carta es imposible bailar…
Nos vemos pronto. 



Un beso sin boca

El fuerte viento casi le impedía andar. El cielo comenzaba a cambiar de color. Alternaba el naranja y el rosa, y un azul cobalto agrio. Empezaba a anochecer. Las nubes confundían su color, el sol se deslizaba por los tejados y las luces de la ciudad se veían encenderse a lo lejos. La buscadora de estrellas recordaba la figura de su abuelo -convertida ahora en una estrella- entre los manzanos de su antigua casa de campo, volando una cometa que allí guardaba, símbolo de su infancia. Sentía frío, mucho frío. Sentía. La misma sensación que la nostalgia lejos de casa, o peor. Echaba de menos, y ese menos iba a más. Dejó volar hacia la inmensidad del cielo una pequeña pieza de su astrolabio, que colgaba de la cometa que ahora, surcaba el cielo envuelto en fuego. Y ella, con los ojos vidriosos y las mejillas sonrojadas del frío, apretaba los labios y la veía volar, la veía alejarse, haciéndose cada vez más pequeña. Se preguntó donde iría, se preguntó donde llegaría, se preguntó si le llegaría. Sentía frío, mucho frío. Sentía. La misma sensación que un beso sin boca.
Posó el peso de su beso. Pasó, pisó y amor dejó a su paso. A su paso, en una bola de nieve puso el beso. Y se cuajó.